La formación de lectores es la
construcción de la realidad bajo la mirada creativa y soñadora de cada
individuo. Esto evoca la pasión que es motivadora de todo buen escritor que
remplaza la realidad por la ilusión. Pero esta ilusión de donde sale?
Pues bien todo es una vivencia, todo es
un despertar en diferentes escenarios de la vida. No solo construimos nuestro
mundo sino también procuramos vivir en el, así las demás personas crean que no es lo correcto. Nos motiva creer que hay
un espacio sin normas ni reglas en el que podemos expresarnos y decir lo que
sentimos. Un espacio donde la creatividad juega un papel muy importante, pues
esta nos permite escapar de la prisión, que aunque no tiene barrotes, si nos
aísla del querer ser.
¨Las historias son algo más serio y
complejo de lo que hayamos imaginado alguna vez. Éstas construyen y configuran
realidades, resignifican la experiencia, introducen cosas y eventos al mundo,
nos tocan y transforman; le otorgan sentidos a nuestra vida individual y
colectiva. Al ser narradas, crean una esfuerza de entretenimiento que ocasionan
la creación de mundos que, en palabras de Pelegrín A, (1982) “nos convocan al
círculo, al contacto con la tierra, a un tiempo detenido”[1].
Cuando queremos escribir sentimos un
impulso, una necesidad de plasmar en papel todo lo que sentimos, muchas veces
en palabras o en dibujos que dejan entrever nuestro estado de animo y porque no,
lo que pensamos. Pero ahí en ese momento nos convertimos en escritores, porque
sin darnos cuenta estamos dando inicio a la primera parte de querer ser. No es
solo escribir por escribir porque este acto tiene un sentido, por ejemplo
cuando nos sentimos enamorados, solo piensas en el o ella, quieres permanecer a
su lado para siempre, pero como no puedes, lo o la imaginas en un estado ideal
junto a ti, rápidamente te lanzas a coger un bolígrafo y una hoja de papel, y
empiezas a poner palabras o dibujar corazones flechados, tal vez la iniciales
de tu nombre y el de esa persona, o tal vez redactar un soneto, un poema o todo
lo que te lleva de esa persona a inspirarte y a sentirte en un estado de
completo éxtasis. Es justo ahí donde nos
iniciamos a ser escritores, solo queremos expresar lo que nuestro cuerpo y
nuestro corazón siente, lo que nuestra alma grita a voces.
El
mundo….es un espacio constituido de sensaciones (Fajardo, 2003)
La formación de un escritor se puede
cultivar desde su juventud y poco a poco su escritura va madurando hasta que se
hace un literato. Pero no necesariamente en esta etapa de la vida ocurre esto,
también cuando se es adulto o se es mayor, se hace evidente plasmar la
experiencia de la vida.
En el proceso formativo de los seres
humanos no es posible que solo se les forme teóricamente, se hace ineludible
que se pongan en práctica las destrezas humanísticas que vienen en cada código
genético, es decir, todos venimos programados para dar de nosotros como seres
humanos, dar de nosotros mismos para ayudar a otros.
Es importante resaltar que “La formación
de lectores y escritores es una prioridad que tiene la escuela para la creación
de una sociedad sensible, incluyente, respetuosa y dialógica”.[2]
No es desde la razón y el conocimiento que el hombre aprende básicamente la
formación de un escritor, sino que desde la emoción de sentir como jóvenes la
pasión de escribir, en donde se fortalece la escritura. Ser escritor es abrirse
a la vida con los sentidos y las emociones, para formarnos y transformar
nuestro ser. La conexión que hay en entre el lector y las letras debe ser
intima, critica, que incluya la realidad del niño y joven de hoy, ya que desde
allí, se conoce el valor de las letras y la lectura. Si el escritor plasma en
el papel aquel sentimiento, el lector reconocerá con exactitud el sentimiento
que quiso dejar allí.
Por ello es tan importante entender que
la tarea del maestro se base en comprender que puede tener sentimientos, y que
al enseñar lo teórico, también se permite mostrar sus propias emociones, haciendo
que la lectura y la escritura sea un proceso de formación que se transforma en
el aula y hace efecto en el papel.
También, si el maestro es un mediador de
lectura, donde se juegue el genero literal, narrativo y poético, podrá satisfacer
dos de las necesidades más esenciales del ser humano ligadas a la palabra que
son: la imaginación de los acontecimientos de una historia y el juego de
palabras en un verso donde se expresa la esencia de uno mismo.
Clara Inés cuervo puntualiza: ¨Tener
experiencia es lograr que como lectores y escritores nos pase algo, cancelar
esa frontera entre lo que sabemos y lo que somos, entre lo que imaginamos y
vivimos. Pues la imaginación crea la realidad. Asumir la imaginación como forma
productiva de nuestro ser, es hacer posible otra sociedad, otro mundo¨.
La enseñanza de la literatura comprende el
estimulo del espíritu abierto medido por la curiosidad creada por los
individuos que están en formación, que por las respuestas que se puedan otorgar,
ya que de esta manera los maestros realizan realmente una labor pedagógica.
Finalmente queremos resaltar que la importancia
de la formación de escritores y lectores es principalmente educar culturalmente
a individuos que socialmente puedan desempeñar roles de expresión pasiva, que
al final resultan siendo transformadoras para la comunidad, la ciudad o
inclusive el país entero. No hay que silenciar nuestra voz interna, antes bien hay
que escucharla para poder actuar de forma reflexiva, crítica y constructiva en
nuestro ser.